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LA DENOMINACIÓN UNÁNIME DE “LENGUA VALENCIANA” DESDE EL SIGLO XIV FRENTE A LA DE “LEMOSINA” O “CATALANA”
¿Cuántas veces hemos oído decir que los valencianos
hablamos catalán porque en 1238, cuando Jaime I conquistó el Reino moro de
Valencia nos trajo el catalán a través de sus huestes catalanas que colonizaron
nuestro territorio?
Mientras la
lengua valenciana recibió como única denominación onomástica la de “lengua
Valenciana”, la catalana, por contra tuvo que sufrir hasta el mismo siglo XIX
que le recordaran su origen provenzal o francés con la denominación onomástica
de “lemosín” o “lemosina”.
En los albores
de la nueva cristiandad, a la lengua valenciana se le conocía de diversas
maneras antes de aceptarse de manera unánime como “valenciana” pero en ninguna
de estas acepciones se vislumbraba, ni por asomo, cualquier vinculación con la
lengua catalana como así le pasó a esta con la provenzal o lemosín.
“Romanç”, “romanesc”, “romancium” “llengua
vulgar”, ”llengua plana” han sido diferentes referencias al mozárabe
valenciano hablado desde el siglo IX no sólo entre la población cristiana bajo
el dominio musulmán en el reino moro de Valencia sino entre su clase dirigente.
Hemos visto muchos documentos con este tipo de referencias, incluído el más
importante, Els Furs, ley de leyes dada por Jaime I al pueblo valenciano
en su propia lengua ya que advirtió que la versión en latín no era conocida por
la sociedad de su nuevo reino. Por
ello ordeno su traducción “et redigerunt in linguam planam legaliter
atque romanam”;"los
jutges en romanç diguen les sentencies...", "Metges axi fisichs com
cirurgians les receptes que ditaran hajen a dictar en romanç declarant lo nom
de les herbes en lur nom comu, e vulgar".
Como hemos
visto en las diferentes pruebas anteriores, el Reino de Valencia, primero moro
y desde 1238 cristiano, llevaba una centenaria ventaja a los condados “catalanes” de la Marca Hispánica carolingia
bajo soberanía francesa hasta 1258, año en que Francia cede lo que luego sería
Cataluña a la Corona de Aragón. Pero esa
diferencia temporal que se mide en dos o tres siglos lo fue en todos los
ámbitos, no sólo en el cultural, donde la diferencia se agranda hasta lo
inalcanzable pues la renombrada “Renaixença” catalana del siglo XIX no sólo distaría
del esplendor literario valenciano en 4oo años sino que la
categoría de Siglo de Oro que tuvo la literatura valenciana nunca fue alcanzada
por el mejor momento cultural catalán.
Desde entonces,
todos los autores clásicos valencianos llamaron “valenciana” a nuestra lengua
mientras, como os digo, el catalán, no sólo tardó en manifestarse y
estructurarse como tal sino que sufrió hasta bien hace poco su confusión onomástica
o denominativa con el lemosín francés.
Próximos ya en
fechas, a la nueva conmemoración del aniversario del importantísimo “Compromiso
de Caspe” en que el Reino de Valencia marcaría el futuro de la emergente nación
española mediante la unión de todos sus
reinos vale la pena recordar el acta de dicho acontecimiento en la que
literalmente podemos leer “...Consimilem literam idem domini depurati
expedire mandrunt, in ydiomate valentino, parlamento generali Regni Valentiae”.
Acta notarial del 6 de Juny de 1412 sobre el Compromís de Casp. Citada pot Salvador
Faus i Sabater en: “Recopilació històrica sobre la denominació llengua valenciana”,
pàg. 29; Valéncia, 1994.
El “Ydiomate
valentino” referido en latín en
tan importantes documentos no deja lugar a dudas sobre la oficialidad de la
denominación de “Idioma Valenciano”. Frente a este revelador texto encontramos
otro no menos clarificador que el
filólogo del siglo XX, Costa, J. en su informe “La desqualificació”, 1995, trae
a colación sobre la denominación histórica de la lengua catalana. Este texto,
de 1.477 dice literalmente “En llemosi (catalán) estava escrita tambe
una Biblia d’un tal Llagostera, de la qual, en 1477,vullgueren en Valencia traure
una Biblia impresa , “e perque havia gran treball en mudar los vocables
llimosins (catalanes) a la llengua valenciana, cessà de fer dita coreccio”.
Vemos, pues,
que en pleno siglo XV no sólo diferenciaba la denominación del valenciano con
el catalán, denominado lemosín por su origen provenzal francés con el nombre de
la localidad francesa de Limoges,
sino que como podemos comprobar, cuando intentaron traducir del “lemosín” “a la llengua valenciana”
renunciaron a hacer dicha traducción por el gran trabajo que suponía traducir (“mudar”)
los vocablos de ambas lenguas.
Y ejemplos como estos podemos seguir viendo y estudiando pero la edición de su recopilación puede hacerse interminable, tan interminable como el número de valencianos que sentimos la lengua valenciana como algo propio, innegociable, no sujeto a manipulaciones políticas. Una lengua que es mucho más para nosotros, es donde reside el alma de esta tierra a lo largo de cientos de años, de siglos de convivencia y crisol de una gran cultura.
(Versió en
llengua valenciana d´este articul, en Valenciafreedom)
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